miércoles, 6 de noviembre de 2013

Dice Coco

"No tenía ni idea qué iba a ver. No esperaba nada. Y lo que ví me sacudió. Algo muy raro… y no sé si tengo las palabras para definirlo. Un sacudón, un desequilibrio, una mezcla de miedo, risa, llanto, excitación. Era una dosis almodovariana entera sin anestesia. Era como si el propio Almodóvar me dijera “Esto es. Así es el mundo del amor, la pasión, las traiciones, el desencuentro. Tragátelo, es así”. Me pegué un viaje… y me perdí. Saqué el pasaje y volé. No tenía tiempo de reconocer quién estaba haciendo qué personaje, ni en donde estaban cada uno de los actores en todo momento porque el ritmo era tan poco piadoso y las actuaciones tan carnales que no me dejaban pensar. Todo el tiempo estuve al borde de... Cuando tenía tiempo de reconocer la película, ya estaba empezando otra. Me empezaba a reír a carcajadas y mientras me metía en el mundo bizarro y disparatado de esa otra película, en la otra punta ya empezaba otra. Y cuando empezaba a entenderla, se levantaba alguien, me clavaba la mirada y me contaba tranquilo su fantasía. Una mirada tranquila… y al mismo tiempo torturadora. Eran como flechas en el medio del pecho. Y mientras me metía a pensar en esa fantasía, ya empezaba otra escena de amor. Y en el medio de esa escena un silencio fuerte, un silencio que no era explicativo ni conclusivo. Por dentro, me revolvía, explotaba. Era un silencio que dejaba al espectador que sienta la nada misma, el vacío, la locura y sus caras. Locuras que son universales. Y después venían más silencios así. Por un lado agradecía esas pausas y por otro lado no. Porque en lugar de dejarme descansar un poco de tanta pasión junta, doblaba la apuesta. Eran como una bomba de tiempo…
La forma en que se plantaban y decidían defender lo que decían, las caracterizaciones animalescas, cómo sacaban la voz, era algo que me dejó anonadado y feliz. Dos cuerpos que se enfrentaban y solamente se miraban, eso ya contaba un montón y hasta se podía ver la electricidad que había entre ellos… y que además se proyectaba y llegaba hasta la última fila. Pagaría una entrada para verla de nuevo. Y me iría super contento. Y no sé… todavía me quedan muchas sensaciones que no puedo explicar, porque la obra no te deja mucho tiempo para darles nombre. Pero quiero seguir explorándolas. Por eso quiero volver a verla el domingo que viene. Y recomendarla a full! Y me surge decir gracias! Muchas gracias!!!"

MUCHAS GRACIAS, Coco Sánchez!

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